En este espacio plantearemos una reflexión en torno al que consideramos el disco más relevante de la semana. En esta entrega: BRAT de Charli XCX.

Las tendencias en la Industria Musical son como los cambios de gobierno o el inicio de las guerras: algo debe pasar para que finalmente sucedan.

A veces es tan simple como el paso natural del tiempo, a veces es un avance tecnológico, a veces es una modificación en la estructura del negocio, a veces es un evento sociopolítico que rebasa lo netamente artístico… Y a veces es una persona.

Después de que durante casi seis años la atención de buena parte del mundo se mantuvo en el Rap, el K Pop y el Reggaeton, la audiencia ha demandado una sucesión en el bastón de poder.

Ante las bombas que siguen cayendo en medio oriente, una red de comunicación digital totalmente deshumanizada y este calor que presagia una catástrofe climática irreversible, parece que la gente necesita sucumbir a un nuevo placebo que le ayude a olvidar en dónde está parada (y hacia dónde va).

Y como todo es cíclico, así como en su momento lo hizo la cultura raver frente a la hegemonía ejercida por Margaret Thatcher hace 30 años, la Música Electrónica se vuelve a erigir como el gran eje de resistencia; o en este caso, de enajenación.

Club Classics

Entonces las miradas se volcaron a Charli XCX y BRAT, su sexta producción de estudio.

Porque lo tiene todo: es explosivo, es accesible, es divertido, es profundo y por sobre todas las cosas, es honesto.

Como ella misma ha definido: 

“No es un disco sobre la poesía ni los adornos, es sobre contar las cosas tal cual las siento y las pienso”.

En el curso natural de cosas, esa sería la premisa para justificar un cambio de sonido que de alguna forma evidencie esa necesidad por  desnudarse emocionalmente ante la gente; sin embargo, Charli XCX decide algo mucho más fiel a lo que ella entiende por vulnerabilidad:

Un disco para las pistas de baile. Porque ella es una chica de fiesta, y es entre los desvelos y los excesos que se encuentra a sí misma cada vez que teme.

Con 31 años y comprometida, se siente tan feliz como expuesta. Ahora goza las mieles del éxito en todas sus facetas pero el precio ha sido demasiado alto: perder gente cercana, fracasar en el amor, no ser valorada artísticamente como otras de sus contemporáneas.

¿Y si todo eso vuelve a pasar?

BRAT es el retrato de aquello que sucede cuando el reloj marca las 3 en la fiesta: la Música se silencia en nuestras cabezas mientras los ojos encuentran un punto fijo en la pared a donde irán a parar todos nuestros pensamientos intrusivos. 

Esos en los que somos capaces de odiarnos, de arrepentirnos, de extrañar… De acercarnos a la cornisa donde ya nada importe y solo pisemos el acelerador hasta colisionar con la hecatombe.

Girl, so confusing

En lo sonoro, BRAT no pretende que su expresión musical sea un mensaje encriptado. Por el contrario, es violento y contundente. Las cosas son tal cual como las escuchas.

Y en manos de un equipo de productores encabezados por ella que incluye nombres como A.G Cook, Gesaffelstein, Lotus IV y El Guincho, todas las tendencias electrónicas son devoradas y regurgitadas en la expresión más convincente posible.

Hay Techno, hay sonidos industriales, hay UK Garage, hay Jungle, hay Drum & Bass…

BRAT es el catalizador definitivo para una premisa que ha rondado las cabezas de todos en esta industria:

La cultura de los clubes está de regreso y se declara lista para ser el epicentro sonoro de un mundo fascinado con la autodestrucción.