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Cortes Selectos

WFM X WARP: A 30 años de Siamese Dream de Smashing Pumpkins

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Bienvenido a este especial colaborativo entre WFM con Alejandro Franco y WARP en el que celebramos aniversarios significativos de álbumes que cambiaron la historia de la música para siempre. En esta entrega: los 30 años de Siamese Dream de Smashin Pumpkins.

En 1993, se vivía un momento de opulencia en géneros musicales; mientras que las tierras
europeas nos regalaban los inicios del sonido Bristol –mal llamado Trip Hop-, la presencia del
shoegaze o el Madchester atizaba el “fuego en la pista” con lugares como el famoso “Hacienda” de Tony Wilson, en Estados Unidos la juventud de los suburbios –criada por padres de la post guerra o influidos por el legado de la era de la Guerra en Vietnam, el verano del ’67 y la caída de la euforia por los sintetizadores de los ochenta- encontraba voz en las guitarras estruendosas, lamentos viscerales y el consumo de drogas, abanderados en el grunge.

Además, las comunidades afrodescendientes impulsaban el sonido que tomaría posesión de las listas de popularidad a través de rimas y sampleos, tarde o temprano… el hip hop. Todo cobijado por las tradicionales y más que redituables entregas de la música pop, siempre agradables al ojo y con cualidades melódicas que parecían estar hechas para que la gente nunca rompiera el cascarón en el que habían sido colocadas desde su nacimiento.

Con las guitarras fuertes hermanadas de la tradición contestataria, apareció el sonido que traían jóvenes inadaptados que encontraron en su amor por la música, la forma de hacerse presentes en un mundo que les veía con malos ojos solo por existir.

Así es como llegó la segunda entrega de una agrupación de Chicago, la cual había tenido un abrumador debut un par de años atrás. La obra en cuestión es Siamese Dream y el grupo los Smashing Pumpkins.


El segundo oficial en la discografía resultó en una placa atemporal que encumbra la etiqueta
“alternativa”, misma que en su momento contemplaba a todo sonido que las diferentes piezas de la industria no sabía cómo nombrar. A lo largo de sus trece canciones, podemos escuchar finas muestras del sonido shoegaze, guitarras estridentes que coqueteaban entre el metal y el punk, los tonos agudos de una voz llena de angustia que hablaba en su post adolescencia de la tristeza de los que eran despreciados por no pertenecer a un solo lugar; todo eso y más eran los Smashing Pumpkins.


Escuchamos los conflictos creativos de Billy Corgan con James Iha, las adicciones a las drogas de Jimmy Chamberlin, la parsimonia e indiferencia de D’arcy Wretzky y el shock de convertirse de una banda que iniciaba su trayecto en la música. Los constantes fantasmas de un hombre como Billy se paseaban ente el shock de recibir tratos de ídolo, los demonios que le gritaban considerar el suicidio, la misma huella del pasado que le lastimó en más de una ocasión manifiesta en sus canciones y la eterna ensoñación o añoranza de las estrellas, el amor, lo mágico, lo nostálgico, lo estético, lo hermoso y la dualidad por creer o esperar que solo lo tenía en espejismos… todo eso lo encontramos en Siamese Dream y lo retrató con un nivel de maestría que podría colocar al álbum entre uno de los mejores en la historia, incluso y pese a la existencia del álbum que le siguió: Mellon Collie and The Infinite Sadness, un par de años después.


Hoy, 30 años después de su lanzamiento, el álbum sigue tan vigente como el día que fue lanzado.


Su discurso ha mutado y la alineación de la agrupación se ha roto, curado, fracturado, integrado y parece que están en un punto donde la vida parece regalarles una nueva oportunidad. Nunca serán los mismos, pero Siamese Dream y su huella mantienen la esencia y poder que le hizo brillar con luz propia cuando fue reproducido por primera vez en el altavoz de cualquier persona.

Es por eso que WFM y Warp unen fuerzas para reconocer el gran legado que ha dejado esta producción desde aquel 27 de julio de 1993. Los dejamos con el sencillo que dio introducción a este álbum para el público y cuyo poder de liberación sigue latiendo en guitarras de aire, como mínimo.

“Cherub Rock” fue el primero de los sencillos que se dieron a conocer del Siamese Dream de The Smashing Pumpkins y fue una en constante rotación en el programa que sonaba a deshoras en el canal de videos MTV, lo cual ayudó a propulsar el éxito de la banda de Chicago. Para Billy Corgan, este fue uno de los últimos cortes en escribirse para el álbum y el ideal para responder a todos los que criticaban que, por haber llegado a una discográfica de distribución internacional, no eran una banda vendida, sino una que había llegado alto por méritos propios.

Fue ese mismo entorno el que dio gran apertura a que un sencillo tan directo al corazón como lo fue “Disarm”, alcanzara el impacto que tuvo cuando fue lanzado como segundo sencillo del álbum. Épica, hermosa, orquestal y creada con una delicadeza que las mismas flores en su momento envidiaron, la sexta al orden en la producción demostró que este grupo debía ser escuchado y respetado por más que los poco más de tres minutos de duración de la misma.


Pese a la estética melodía que la caracteriza, “Disarm” fue una de las canciones que medios como la BBC vetaron por líricas que interpretaban orientadas al aborto. En el caso de las palabras que escribió Corgan para la misma, las refería a la fracturada relación que tuvo con sus padres, que a l posibilidad de herir o eliminar la existencia de un nonato. En esta relación paradójica entre lírica música de los Smashing Pumpkins, aparece como una de las más claras muestras el sencillo “Today”; un track que habla sobre el suicidio y donde enfrentaba la decisión de quitarse la vida o mantenerse para enfrentar todo lo que viniera y aprender a disfrutarlo.

Cerramos este homenaje a uno de los mejores trabajos que nos entregó la década de los noventa con “Mayonaise”, una de las canciones favoritas del público, y la cual coquetea entre la intensida de las guitarras, la emoción de ilusión, los alaridos entonados de Billy y el contraste que le dio a la agrupación el lamentable calificativo de “influencia del estilo emo”.

El álbum alcanzó el estatus de Disco de Platino por sus 4 millones de copias vendidas en EUA, cuádruple platino en Canadá y disco de oro en Inglaterra, Suecia y Países Bajos.

Aunque catalogan al material entre uno de los mejores trabajos de tipo Grunge –etiqueta mal llamada para el popular Sonido Seattle-, el segundo en la historia de la discografía de los Smashing Pumpkins puede mantenerse entre la lista de los mejores de la década, sin tener que ser asociado con una etiqueta específica. Por sí solo, es un disco único.

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Dua Lipa graba comercial de Porsche en las calles de la CDMX

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Dua Lipa

Dua Lipa estuvo en la Ciudad de México para filmar un comercial para la nueva campaña de la marca de automóviles de lujo Porsche.

En el video podemos ver a Dua Lipa conducir a toda velocidad un Porche por las calles de la CDMX y otras locaciones incluyendo a la “Luna”.

El comercial de cerca de dos minutos lo escribió y dirigió la propia cantante, y fue filmado con el apoyo del director francés Clément Durou en la Ciudad de México durante la primavera de 2024.

Sobre esto Dua Lipa comentó lo siguiente, ya que le tiene un cariño especial a la marca y han establecido una solida relación desde hace tiempo:

“Trabajar en este cortometraje fue muy divertido. Nada era demasiado improbable ni descartable, así que realmente me dejaron hacer lo que quisiera, y esa libertad me ayudó mucho. En especial imaginar y diseñar conceptos que eran literalmente de otro mundo hasta verlos evolucionar y hacerse realidad, fue muy emocionante”.

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Cortes Selectos

Reseña de Nuestro Disco de la Semana: Bando Stone and the New World

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Childish Gambino

En un mundo en el que la Música está subordinada a todo menos a la Música, parece que la máxima aspiración de todo artista es llegar a un punto de su carrera en la que pueda darse el lujo de hacer lo que se le dé la regalada gana.

Tal vez por eso todavía le perdonamos todo a Kanye cuando dice lo que aparentemente no debería; o a Beyonce cuando asume su rol de Kasike de la industria o a Frank Ocean cuando decide hacer de todo excepto canciones.

Como si lo necesitara, Donald Glover ha necesitado hacer del conocimiento público que él también ascendió a esa categoría. Argumentos no faltan: entre lo hecho con Childish Gambino, los brillantes proyectos como guionista y director y una carrera anómala como actor le dan el estatus de genio.

Portada Bando Stone and the New World

Con nada más por demostrar, ha decidido cerrar una etapa importante de su vida con el último disco de su proyecto musical más conocido y, al mismo tiempo, aprovechar el momento para finalmente reunir esos tres mundos en una misma obra: Bando Stone and the New World, que es película pero también es banda sonora pero también es una sátira pero también es un personaje…

Todo en todas partes al mismo tiempo. Y como disco, suena exactamente a eso.

Como Childish Gambino, Donald Glover ha evolucionado de rapero geek con rimas de adolescente a cantante de Soul a prácticamente productor de Música Electrónica.

Y en Bando Stone and the New World encontramos todo eso en un mismo caldero adicionado con esteroides y cocaína.

17 tracks maximalistas y excedidos en más de un sentido en los que Childish Gambino parece que quiere terminar su legado sonoro con una explosión en mil pedazos.

Desde beats industriales que se mezclan con trompetas y saxofones hasta órganos gregorianos como de película de terror de los 70s que se pelean con percusiones electrónicas.

Un álbum que por esa misma revisión histórica de su propio repertorio tiene recursos musicales familiares pero que en la escucha integral es indefinible bajo lo ortodoxo de las etiquetas de géneros.

De hecho, conserva el rasgo más característico de la discografía de Childish Gambino: la inconsistencia.

En sus casi siete proyectos publicados, la distancia entre los mejores tracks de cada álbum y el resto de canciones es sustancial.

Mientras puede haber tracks tan emocionantes como para que pensemos que son lo mejor que vamos a escuchar en nuestras vidas, tiene otros que en comparación se sienten débiles y fuera de contexto.

En Bando Stone and the New World, por ejemplo, escuchar las magníficas “Survive”, “In The Night” o “No Excuses” y en medio los experimentos Rock Pop como “Lithonia” o “Real Love” serían equivalentes a estar viendo una película de aventuras espectacular y que ésta se interrumpa por un sketch extraño de Saturday NIGHT Live.

Lo cual nos conecta con su otro gran problema, que podría ser obvio desde el principio pero que en la ejecución deja muchos cabos sueltos: la dependencia de este disco de su símil audiovisual.

Al final no deja de ser una banda sonora, y eso los hace inherentes mientras le resta toda posibilidad de discurso individual al álbum.

Para terminar con las analogías cinematográficas, si Bando Stone and the New World es realmente la conclusión definitiva de Childish Gambino, la saga habrá terminado con una película llena de batallas épicas, algunas lagunas argumentativas y una despedida solemne de los personajes principales.

Sin ser el mejor álbum de Childish Gambino, sí es el que mejor define lo que ha sido como artista musical en más de diez años de historia.

Y no queda nada por reclamar. Donald Glover hizo lo que quiso y nosotros fuimos felices al bajar la pendiente la montaña rusa.

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Imágenes y sonidos: La música de los Juegos Olímpicos

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Imágenes y Sonidos

Imágenes y sonidos es la sección de WARP en la que exploramos el vínculo entre lo visual y la música a través de análisis, anécdotas y datos. En esta entrega y aprovechando la efervescencia de los Juegos Olímpicos de Paris 2024 hablaremos de las mejores interpretaciones musicales que hayamos visto en la máxima justa deportiva.

Del 26 de julio al 11 de agosto, París recibirá a los Juegos Olímpicos 2024 y acompañando este magno evento deportivo, recordamos algunas de las participaciones musicales más sobresalientes y representativas. La relación del deporte con la música es muy cercana, y cuando se trata de eventos deportivos a nivel mundial como los Juegos Olímpicos, esta relación se amplifica porqué, sin importar el país, el idioma o el deporte favorito de cada uno, todos nos podemos unir en una misma celebración, tal como un lenguaje universal.

Muchos artistas de talla internacional han prestado sus voces en pro de los Juegos Olímpicos, sin embargo, han sido pocos los que han grabado su nombre en la historia con canciones memorables. Tal como fue el caso de Barcelona 1992, con Freddie Mercury y Montserrat Caballé. A pesar de que se presentó en 1987, la colaboración entre Freddy Mercury y Montserrat Caballé fue el himno no oficial de los Juegos Olímpicos de 1992. Con una fusión de rock, ópera y pop, esta canción fue el mayor éxito de la carrera como solista de Freddie Mercury.

Un año después de la muerte de Mercury, también fue interpretada por Caballé en la final de la UEFA Champions League de 1999.

En los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, vivimos la vibrante interpretación de One Moment in Time, de Whitney Houston, esta canción fue escrita por Albert Hammond junto a John Bettis. Esta es probablemente la canción más conocida de la lista, y no es difícil darse cuenta por qué. El himno olímpico de 1988 capturó el sentimiento de unidad de la época y llegó a las 5 principales en las listas de Billboard de ese año.

Por otro lado, los mismos Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 fueron especiales ya que por primera vez, se contó con la participación de Estados Unidos, la Unión Soviética y Alemania Occidental, y para celebrarlo se compuso Hand in Hand, una pieza coreana que también fue protagonista y que nos dejo dos canciones icónicas. Al igual que la de Whitney Houston, esta canción transmite un mensaje optimista de unidad, anunciando el fin de la Guerra Fría.

Con el paso del tiempo los artistas se han acercado a la emoción de los Juegos Olímpicos siendo parte de sus shows inaugurales o de clausura, y componiendo canciones para avivar el espíritu deportivo y celebrar a sus países y regiones cuando la competencia llega a sus escenarios.

Es momento de hablar de Sidney 2000, unos juegos que nos entregaron muchos recuerdos para la cultura pop contemporánea. Kylie Minogue, llena de plumas y lentejuelas, nos puso a todos a bailar con su interpretación de Dancing Queen. La polifacética artista australiana revivió el espíritu de ABBA en la clausura de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, haciendo suya una canción inolvidable.

En Atlanta 1996, Céline Dion llegó con The Power of the Dream, escrita y producida por David Foster, Linda Thompson y Babyface para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, sin duda ha pasado a la historia como una de las más recordadas de los Juegos. Su interpretación en la inauguración fue sublime junto a Foster en el piano, acompañada por la Orquesta Sinfónica de Atlanta y el Coro Centenario; rompió récords de audiencia de televisión, por lo que la artista donó lo que recibió por aquella presentación para apoyar a los deportistas de su delegación ese año. La canción hace parte de su premiado disco Falling Into You.

En Atenas 2004, conocimos una pieza aclamada por la crítica como una de las mejores canciones de la virtuosa artista islandesa Björk, quien presentó en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004 su sencillo “Oceanía”. La canción se desprende de su sexto álbum de estudio Medúlla y su video oficial nos remonta sin duda a las competencias acuáticas en este contexto deportivo.

Según Björk, esta canción fue compuesta especialmente para los Juegos Olímpicos, la cual escribió desde la perspectiva del océano. En una entrevista en el 2004, la cantante dijo: “El océano no ve las fronteras, las razas ni las religiones diferentes que siempre han estado en el corazón de estos Juegos”.

Absolutamente cuando hablamos de la música, hablamos de un lenguaje universal, que úne países, razas, comunidades, religiones, y demás, que desde luego es la premisa de los Juegos Olímpicos en cada una de sus ediciones. El deportivismo y el espíritu de unión en realidad debería prevalecer entre nosotros, y no solo cuando el mundo nos lo reclame. Viviendo actualmente entre diversas pesadillas ocurriendo en el mundo, el deporte y la música se han convertido en nuestros principales refugios.

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