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Cortes Selectos

WFM x WARP: A 50 años de Let’s Get It On de Marvin Gaye

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Por Rodrigo Fo

Bienvenido a este especial colaborativo entre WFM con Alejandro Franco y WARP en el que celebramos aniversarios significativos de álbumes que cambiaron la historia de la música para siempre. En esta entrega: los 50 años de Let’s Get It On de Marvin Gaye.

En 1973, Marvin Gaye venía de un gran éxito discográfico, tras el álbum de protesta y una de las mejores producciones discográficas en la historia de la música con What’s Going On?; además, en el lapso de esos dos años sonorizó la película Trouble Man, la cual ayudó a fortalecer su figura de protesta en el entorno del blaxploitation. Parecía estar en una racha más que positiva y, por lo mismo, el contrato que le hizo el músico de soul mejor pagado en la época era una recompensa más que merecida… sin embargo, él no estaba cómodo y padecía de un bloqueo creativo importante que le impedía generar nueva música para hacer que ese contrato redituara como se esperaba.

A la par, su matrimonio con Anna, hermana del CEO de Motown –Berry Gordy-, pasaba un momento muy complicado, a causa de la reprimida sexualidad que desarrolló en su juventud provocada por el constante abuso de la formación religiosa que le impuso su padre. Esta situación y la exploración para sanar tal relación, le ayudó a crear su trabajo más exitoso y uno de los más importantes para lograr su trascendencia en la música: Let’s Get It On.

Compuesto por ocho canciones y pensado más como un álbum completo que uno impulsado por algún sencillo demasiado exitoso, Let’s Get It On ayudó a Marvin a hacer las paces con la sexualidad, con sus emociones lascivas, el amor, la sensualidad y hasta propulsar un estilo que influyera a las generaciones de la negritud por venir.

Musicalmente, se aventuró por alimentar su bien conocido estilo con funk, doo-wop y soul suave, las cuales atizó con letras sexualmente cargadas y que resultaron en una curación espiritual que le ayudó a expiar demonios internos generados por la abusiva relación que tuvo al crecer con Marvin Gaye, Sr.

El décimo tercer álbum en la historia de este músico fue capaz de plasmar una huella que se manifestó en el estatus de “pionero” para etiquetas musicales como slow jam o quiet storm, y que rompió con la definición por excelencia del “Sonido Motown”. Fue propulsor de uno de la sexualidad que caracterizó a la música de músicos afrodescendientes como Barry White, Smokey Robinson, Isaac Hayes o el mismo James Brown.

Personalmente, Marvin Gaye llegó a una reconciliación sexual con la religiosa que le permitió alimentar su trayectoria de más éxitos musicales, a nivel de pareja durante la tumultuosa relación con Anna Gordy y alcanzó la libertad que le dejó llevar su vida en paz, pese al complicado entorno que rodeó su existencia.

Hoy, WFM y Warp Magazine colaboran para celebrar 50 años de Let’s Get It On, la producción que consolidó a Marvin Gaye más allá de los éxitos como sencillo y dio forma a que artistas como Rick James o Lionel Richie, lanzaran una producción memorable, más allá de canciones que definieran su trayectoria.

Con instrumentación de los Funk Brothers, sonó la canción más distintiva en Let’s Get It On, décimo tercer álbum en la discografía de Marvin Gaye. Este también fue el sencillo más exitoso en el repertorio del de Washington, DC en la Motown y la catapulta para hacer que Marvin fuera considerado como símbolo sexual durante esta etapa de su carrera. Según su co compositor, Ed Townsend, el sencillo homónimo a la placa era una especie de plegaria de Gaye a la liberación sexual.

De hecho, Townsend la había escrito como una historia de vida tras ganar la batalla contra el alcoholismo; sin embargo, Marvin Gaye cambió la letra por completo tras conocer a Janis Hunter y la transformó en una declaratoria de sexualidad. Tal fue su éxito que llegó a la cima de listas de popularidad en dos semanas y se mantuvo entre los 100 mejores sencillos de 1973 durante trece semanas.

Aunque fue lanzada hasta 1973, este sencillo fue creada en versión demo desde 1970. Su estilo de grabación y producción original seguía los lineamientos de los éxitos de la Motown en los años sesenta y cuenta sobre un hombre que se alegra por el regreso de una vieja amante. Para adaptarla a la entrega en la que sería publicada, Marvin Gaye la adaptó con un estilo de blues seductor, la cual mantendría en ese estilo hasta su gira final en 1983.

Aunque publicada en 1973 con el lanzamiento del álbum completo, “You Sure Love to Ball” fue el tercer sencillo de Let’s Get It On y fue lanzado como promoción del mismo hasta el segundo día de 1974. A diferencia del resto del material con el que Marvin Gaye se había dado a conocer con una temática de romance, este single fue intencionadamente sexual. El uso de la palabra “ball” –como peloteo- la utiliza como una metáfora sobre el sexo e incluye algunos gemidos de una pareja durante esta acción.

Uno de los ejemplos más característicos y directos con los que el músico hizo evidente el interés por cambiar la forma en la que el público lo asociaba en los inicios de su carrera. Es con esta que cerramos el homenaje a la mitad de siglo que cumple esta producción, trabajo de uno de los artistas más talentosos de su generación.

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Dua Lipa graba comercial de Porsche en las calles de la CDMX

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Dua Lipa

Dua Lipa estuvo en la Ciudad de México para filmar un comercial para la nueva campaña de la marca de automóviles de lujo Porsche.

En el video podemos ver a Dua Lipa conducir a toda velocidad un Porche por las calles de la CDMX y otras locaciones incluyendo a la “Luna”.

El comercial de cerca de dos minutos lo escribió y dirigió la propia cantante, y fue filmado con el apoyo del director francés Clément Durou en la Ciudad de México durante la primavera de 2024.

Sobre esto Dua Lipa comentó lo siguiente, ya que le tiene un cariño especial a la marca y han establecido una solida relación desde hace tiempo:

“Trabajar en este cortometraje fue muy divertido. Nada era demasiado improbable ni descartable, así que realmente me dejaron hacer lo que quisiera, y esa libertad me ayudó mucho. En especial imaginar y diseñar conceptos que eran literalmente de otro mundo hasta verlos evolucionar y hacerse realidad, fue muy emocionante”.

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Reseña de Nuestro Disco de la Semana: Bando Stone and the New World

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Childish Gambino

En un mundo en el que la Música está subordinada a todo menos a la Música, parece que la máxima aspiración de todo artista es llegar a un punto de su carrera en la que pueda darse el lujo de hacer lo que se le dé la regalada gana.

Tal vez por eso todavía le perdonamos todo a Kanye cuando dice lo que aparentemente no debería; o a Beyonce cuando asume su rol de Kasike de la industria o a Frank Ocean cuando decide hacer de todo excepto canciones.

Como si lo necesitara, Donald Glover ha necesitado hacer del conocimiento público que él también ascendió a esa categoría. Argumentos no faltan: entre lo hecho con Childish Gambino, los brillantes proyectos como guionista y director y una carrera anómala como actor le dan el estatus de genio.

Portada Bando Stone and the New World

Con nada más por demostrar, ha decidido cerrar una etapa importante de su vida con el último disco de su proyecto musical más conocido y, al mismo tiempo, aprovechar el momento para finalmente reunir esos tres mundos en una misma obra: Bando Stone and the New World, que es película pero también es banda sonora pero también es una sátira pero también es un personaje…

Todo en todas partes al mismo tiempo. Y como disco, suena exactamente a eso.

Como Childish Gambino, Donald Glover ha evolucionado de rapero geek con rimas de adolescente a cantante de Soul a prácticamente productor de Música Electrónica.

Y en Bando Stone and the New World encontramos todo eso en un mismo caldero adicionado con esteroides y cocaína.

17 tracks maximalistas y excedidos en más de un sentido en los que Childish Gambino parece que quiere terminar su legado sonoro con una explosión en mil pedazos.

Desde beats industriales que se mezclan con trompetas y saxofones hasta órganos gregorianos como de película de terror de los 70s que se pelean con percusiones electrónicas.

Un álbum que por esa misma revisión histórica de su propio repertorio tiene recursos musicales familiares pero que en la escucha integral es indefinible bajo lo ortodoxo de las etiquetas de géneros.

De hecho, conserva el rasgo más característico de la discografía de Childish Gambino: la inconsistencia.

En sus casi siete proyectos publicados, la distancia entre los mejores tracks de cada álbum y el resto de canciones es sustancial.

Mientras puede haber tracks tan emocionantes como para que pensemos que son lo mejor que vamos a escuchar en nuestras vidas, tiene otros que en comparación se sienten débiles y fuera de contexto.

En Bando Stone and the New World, por ejemplo, escuchar las magníficas “Survive”, “In The Night” o “No Excuses” y en medio los experimentos Rock Pop como “Lithonia” o “Real Love” serían equivalentes a estar viendo una película de aventuras espectacular y que ésta se interrumpa por un sketch extraño de Saturday NIGHT Live.

Lo cual nos conecta con su otro gran problema, que podría ser obvio desde el principio pero que en la ejecución deja muchos cabos sueltos: la dependencia de este disco de su símil audiovisual.

Al final no deja de ser una banda sonora, y eso los hace inherentes mientras le resta toda posibilidad de discurso individual al álbum.

Para terminar con las analogías cinematográficas, si Bando Stone and the New World es realmente la conclusión definitiva de Childish Gambino, la saga habrá terminado con una película llena de batallas épicas, algunas lagunas argumentativas y una despedida solemne de los personajes principales.

Sin ser el mejor álbum de Childish Gambino, sí es el que mejor define lo que ha sido como artista musical en más de diez años de historia.

Y no queda nada por reclamar. Donald Glover hizo lo que quiso y nosotros fuimos felices al bajar la pendiente la montaña rusa.

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Imágenes y sonidos: La música de los Juegos Olímpicos

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Imágenes y Sonidos

Imágenes y sonidos es la sección de WARP en la que exploramos el vínculo entre lo visual y la música a través de análisis, anécdotas y datos. En esta entrega y aprovechando la efervescencia de los Juegos Olímpicos de Paris 2024 hablaremos de las mejores interpretaciones musicales que hayamos visto en la máxima justa deportiva.

Del 26 de julio al 11 de agosto, París recibirá a los Juegos Olímpicos 2024 y acompañando este magno evento deportivo, recordamos algunas de las participaciones musicales más sobresalientes y representativas. La relación del deporte con la música es muy cercana, y cuando se trata de eventos deportivos a nivel mundial como los Juegos Olímpicos, esta relación se amplifica porqué, sin importar el país, el idioma o el deporte favorito de cada uno, todos nos podemos unir en una misma celebración, tal como un lenguaje universal.

Muchos artistas de talla internacional han prestado sus voces en pro de los Juegos Olímpicos, sin embargo, han sido pocos los que han grabado su nombre en la historia con canciones memorables. Tal como fue el caso de Barcelona 1992, con Freddie Mercury y Montserrat Caballé. A pesar de que se presentó en 1987, la colaboración entre Freddy Mercury y Montserrat Caballé fue el himno no oficial de los Juegos Olímpicos de 1992. Con una fusión de rock, ópera y pop, esta canción fue el mayor éxito de la carrera como solista de Freddie Mercury.

Un año después de la muerte de Mercury, también fue interpretada por Caballé en la final de la UEFA Champions League de 1999.

En los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, vivimos la vibrante interpretación de One Moment in Time, de Whitney Houston, esta canción fue escrita por Albert Hammond junto a John Bettis. Esta es probablemente la canción más conocida de la lista, y no es difícil darse cuenta por qué. El himno olímpico de 1988 capturó el sentimiento de unidad de la época y llegó a las 5 principales en las listas de Billboard de ese año.

Por otro lado, los mismos Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 fueron especiales ya que por primera vez, se contó con la participación de Estados Unidos, la Unión Soviética y Alemania Occidental, y para celebrarlo se compuso Hand in Hand, una pieza coreana que también fue protagonista y que nos dejo dos canciones icónicas. Al igual que la de Whitney Houston, esta canción transmite un mensaje optimista de unidad, anunciando el fin de la Guerra Fría.

Con el paso del tiempo los artistas se han acercado a la emoción de los Juegos Olímpicos siendo parte de sus shows inaugurales o de clausura, y componiendo canciones para avivar el espíritu deportivo y celebrar a sus países y regiones cuando la competencia llega a sus escenarios.

Es momento de hablar de Sidney 2000, unos juegos que nos entregaron muchos recuerdos para la cultura pop contemporánea. Kylie Minogue, llena de plumas y lentejuelas, nos puso a todos a bailar con su interpretación de Dancing Queen. La polifacética artista australiana revivió el espíritu de ABBA en la clausura de los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, haciendo suya una canción inolvidable.

En Atlanta 1996, Céline Dion llegó con The Power of the Dream, escrita y producida por David Foster, Linda Thompson y Babyface para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, sin duda ha pasado a la historia como una de las más recordadas de los Juegos. Su interpretación en la inauguración fue sublime junto a Foster en el piano, acompañada por la Orquesta Sinfónica de Atlanta y el Coro Centenario; rompió récords de audiencia de televisión, por lo que la artista donó lo que recibió por aquella presentación para apoyar a los deportistas de su delegación ese año. La canción hace parte de su premiado disco Falling Into You.

En Atenas 2004, conocimos una pieza aclamada por la crítica como una de las mejores canciones de la virtuosa artista islandesa Björk, quien presentó en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Atenas en el 2004 su sencillo “Oceanía”. La canción se desprende de su sexto álbum de estudio Medúlla y su video oficial nos remonta sin duda a las competencias acuáticas en este contexto deportivo.

Según Björk, esta canción fue compuesta especialmente para los Juegos Olímpicos, la cual escribió desde la perspectiva del océano. En una entrevista en el 2004, la cantante dijo: “El océano no ve las fronteras, las razas ni las religiones diferentes que siempre han estado en el corazón de estos Juegos”.

Absolutamente cuando hablamos de la música, hablamos de un lenguaje universal, que úne países, razas, comunidades, religiones, y demás, que desde luego es la premisa de los Juegos Olímpicos en cada una de sus ediciones. El deportivismo y el espíritu de unión en realidad debería prevalecer entre nosotros, y no solo cuando el mundo nos lo reclame. Viviendo actualmente entre diversas pesadillas ocurriendo en el mundo, el deporte y la música se han convertido en nuestros principales refugios.

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