En este espacio plantearemos una reflexión en torno al que consideramos el disco más relevante de la semana. En esta entrega: Faith Of A Mustard Seed de Mustard

Decía el psicólogo suizo Jean Piaget: “La crisis es la mejor oportunidad para mejorar”. Y tenía razón. Después de un periodo prolífico en el que el Rap se asentó como el gran género del mainstream con nombres que se elevaron a la categoría de las estrellas más importantes sobre la faz de la tierra.

Pero todo lo que sube tiene que bajar y hasta Kanye mostró que es humano a través de su propio declive.

El género, sucumbido ante la tentación juvenil del Trap, empezó a volverse, plano y predecible.  Ningún nuevo talento logro asentarse al mismo nivel que sus predecesores y de repente se volvieron más atractivos los escándalos fuera del estudio que la Música misma.

Así que las voces que durante muchos años estuvieron en las líneas secundarias, picando piedra, encontraron su momento ideal para sobresalir a partir de obras desenfadadas y directas.

Tal vez sin la inventiva sonora de la generación previa pero tampoco sin el afán performático de recordarle a todo mundo quién es el nuevo sheriff de la cuadra.

Desde la experimentación de Armand Hammer, el regreso a los fundamentos básicos de Joey Bada$$ y ahora, la graduación de Mustard como un artista capaz, no solo de ejecutar sino también de plantear ideas complejas y eclécticas.

Para mayor evidencia llega Faith Of A Mustard Seed, su nuevo álbum.

Worth A Heartbreak

Vayamos al principio: el camino de Mustard no es precisamente nuevo. De hecho, cuenta ya con una década de experiencia en la industria como compositor de sesión y productor, encontrando uno de sus grandes logros el beat de “Not Like Us”, el track que definió la guerra civil de Hip Hop entre Kendrick Lamar y Drake.

Con ese historial, Mustard se ha dotado de aprendizaje para saber cómo y cuándo actuar en todas las fases del proceso detrás de un disco o un track.

Y esa es una de las principales virtudes de Faith Of A Mustard Seed: es una placa sin prisas ni demoras que pone cada elemento en su justo lugar. Esto parece una obviedad pero como se dice en el fútbol: lo difícil es jugar fácil.

No precisamente porque Mustard se vaya por el camino de las decisiones obvias; más bien entiende cuándo ser explosivo, cuándo cocer una canción a fuego lento y cuándo recurrir a la ayuda de sus amigos.

Eso nos enlaza con el siguiente acierto Faith Of A Mustard Seed de Mustard: la curaduría de productores y la administración de sus apariciones. 

Desde nombres en su prime como Lil Yachty y Vince Staples hasta figuras más establecidas como School Boy Q y Quavo o el mismo Charlie Wilson, que brindan texturas y alcances capaces de diversificar cada capa del disco.

Para cerrar, el discurso: que se bate en el entendimiento espiritual de un corazón roto.

¿Venimos al mundo a sufrir por un amor? ¿Venimos al mundo para que Dios nos explique por qué las cosas no sucedieron? 

Basado en un versículo de la Biblia, su título engloba el alcance lírico de Mustard, que ve cada acción como una oportunidad para crecer e incrementar su fe.

En síntesis, podríamos decir que Faith Of A Mustard Seed de Mustard no es precisamente una obra maestra pero sí es una bocanada de aire limpio y refrescante en una industria regida por las fórmulas y la falta de intención.