Con la fecha límite del 18 de octubre a la vuelta de la esquina, Microsoft tiene en la mira a esta semana para concretar la compra de Activision Blizzard, aunque la última palabra sigue del lado de la Autoridad de Competencia y Mercados de Reino Unido.

Gracias a que Microsoft entregó una nueva propuesta de compra de Activision Blizzard a la CMA — que ve la venta de derechos globales de streaming a Ubisoft – la reguladora británica emitió una aprobación preliminar de la compra, pendiente a los resultados de su consulta pública sobre el asunto la cual culminó el pasado viernes 6 de octubre.

De acuerdo a un reporte de The Verge, de todos los días sería este viernes 13 cuando Microsoft pretende dejar concretada la adquisición de Activision Blizzard a 21 meses de que originalmente anunciara la intensión de compra el 18 de enero de 2022.  

Fuera de mencionar a “una fuente familiarizada con los planes” no brindan más detalles, pero aun así era de esperarse que en estos días supiéramos de desenlace final que tendría esta saga.

La Comisión Federal de Comercio (FTC) estadounidense sigue sin darse por vencida. Está apelando la resolución de la demanda que perdió para bloquear la transacción de compra, aunque la decisión sobre esta apelación se dará a conocer hasta diciembre. De todas formas la FTC quiere seguir adelante con su juicio administrativo a pesar de haber dicho en su momento que ya buscaría seguir adelante, y este solo puede comenzar 21 días después de la resolución de la apelación — así que sería hasta enero de 2024.

Por lo que de concretarse la compra de Activision, la comisión tendría que entablar una ardua lucha legal para tratar de deshacer la adquisición.

Usualmente la FTC tiende a desistir de bloquear estas transacciones una vez que pierde algún recurso legal en una corte federal, por lo que la insistencia podría verse más como una cuestión de orgullo que realmente estar buscando proteger a los consumidores — basta ver su pobre desempeño durante las audiencias en la corte, donde se centró enteramente en cómo la fusión afectaría a Sony y no a los consumidores.